La sinopsis de «Estudio 1: Nocturno» lo describe como una exploración sensorial de la noche y sus múltiples matices, llevada a cabo a través del lenguaje de la danza contemporánea . En este contexto, los bailarines, inmersos en la oscuridad, se mueven guiados por los sonidos característicos de la noche, generando así imágenes poéticas que buscan evocar en el espectador sensaciones de sueños, miedos y fantasías . La obra se estructura en torno a los «Nocturnos» de Chopin, que funcionan como elemento sonoro principal y hilo conductor de la narrativa coreográfica . El concepto de «deconstrucción» se aplica a varios niveles dentro del espectáculo: en las partituras musicales, en la caracterización del pianista y en la propia coreografía, creando así una experiencia donde el tiempo se percibe como un hilo invisible que teje la historia, siendo el público el último protagonista de esta experiencia . La pieza invita a un viaje introspectivo, particularmente hacia el yo femenino, donde las emociones se entrelazan entre el dolor y la alegría, las restricciones y la liberación, y la opresión y la resistencia . A través de una visión artística innovadora, Alicia Soto reinterpreta estas nociones, transformando el «jardín» en un espacio interior para cada mujer, un lugar donde se conservan sueños y decepciones, y donde se busca el camino hacia la iluminación personal . La propuesta, aunque visualmente agradable y musicalmente compacta, puede percibirse como distante en su intento de acercamiento al público, por ejemplo, a través de la escritura en papeles, lo cual puede resultar un tanto artificial para algunos espectadores .
“crear el silencio perfecto, aquel que sólo los rumores de nuestro cuerpo habitan, oír la sangre deslizándose entre la blandura ondulante de las venas, el latido de la sangre, la arteria del cuello latiendo, la bomba del corazón, la vibración de las costillas, el gorgoteo de los intestinos, el aire silbando entre los pelos de las narices”
(Saramago, 2007: 139).
Estreno Salón de los Espejos, Teatro Calderón.
Como arquitectura, el Salón de los Espejos del teatro Calderón, Valladolid, un edificio del siglo XIX.
El elemento sonoro, un piano y como estudio y punto clave de la dramaturgia, “Nocturnos” de Chopin, siendo estos el hilo conductor de esta cartografía.
Piezas que aparecerán como afluentes en un transcurso pianístico diverso.
Creando un dialogo musical entre los protagonistas: el salón y el público, el pianista y la bailarina.
El concepto “deconstruyendo”, se ejercerá en todos los elementos de la obra: en las partituras, en el personaje del pianista frente a la construcción del personaje de la bailarina y en los movimientos coreográficos, reforzado por el tiempo que marca un hilo invisible de esta historia. Creando dos realidades paralelas.
Una historia cuyo último protagonista es el público.
Al finalizar el espectáculo se mantendrá una conversación con el público.