«Estudio 2: Silencio» es descrito como un viaje introspectivo que utiliza el silencio como medio para reflexionar sobre el alma . Esta pieza forma parte del tríptico «Cartografía del Cuerpo en un espacio arquitectónico», un proyecto de investigación más amplio que explora la relación entre la arquitectura, la semiótica del cuerpo y el público. En este contexto, «Estudio 2: Silencio» se centra en la exploración de la ausencia de sonido como un elemento cargado de significado y como un espacio propicio para la introspección y la conexión con la dimensión espiritual o interna del ser humano. El silencio no se plantea como una simple falta de ruido, sino como un elemento activo que permite escuchar y percibir aspectos sutiles de la existencia y del propio ser. La coreografía, en este marco, se convierte en un lenguaje que traduce estas reflexiones y sensaciones a través del movimiento, creando un paisaje escénico donde el silencio es el protagonista y guía el viaje tanto de los intérpretes como del público. La obra invita a una experiencia contemplativa, donde el espectador es conducido a un estado de atención plena hacia los matices del movimiento y la presencia escénica, en contraste con la omnipresencia del sonido en la vida cotidiana. La duración de la obra es de aproximadamente 50 minutos, y está dirigida a un público joven y adulto .
“La mirada aprende mirando.
No hay manera de construir la mirada si no es ejercitándola: mirando, observando y analizando.
No hay manera de deslindar el texto de la imagen.
El texto es una manera de mirar y las imágenes son formas del discurso.
La escritura conduce al silencio y la mirada a la ceguera”
(Texto de Santiago Olmo, Sustracción del color, exposición de Bernardí Roig, Instante Blanco, Museo Nacional de Escultura).
Estreno el 24 de mayo del 2014, en el claustro del Museo Nacional de Escultura.
Como espacio arquitectónico, el claustro del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Como sonido, el acompañamiento de La Banda de Cornetas y Tambores “Sagrada Lanzada” de Valladolid.
El color, el blanco de la piedra, la sustracción del color frente a la policromía.
El silencio frente al fuerte sonido de los tambores que retumba desde la piedra y el viento, que se desliza entre el viento metálico.
La escultura viviente como si de un ser humano se tratase.
Y un público, cazador de emociones, siempre mirando.